viernes, 25 de mayo de 2007

Pais de ovejas.

Había cambiado de universidad, desde Tucumán había venido a la de Buenos Aires. En aquellos tiempos los transportes públicos andaban mal(nunca cambió). Tomaba el subte en Federico Lacroze y me bajaba en Pasteur para ir a la facultad de medicina. Un hombre gordo de apariencia europea se pone en la puerta del subte, pronto a detenerse en Medrano. Pero no se abre la puerta. . . Entonces en un castellano con acento alemán empieza a gritar: guarda! guarda! Las tres o cuatro personas que estaban por bajar con él lo miraban. Íbamos en el último vagón. El subte prosiguió su marcha y en la siguienta parada otra vez lo mismo. Este alemán empezó a enrojecerse más y más y gritó tanto, que los del siguiente vagón se dieron cuenta de nuestra situación. Nuevamente arrancó. Ya en la tercer parada, a gritos pelados el alemán! Y por fín. El guarda que iba hablando en el primer vagón con el maquinista, con paso nasino se acercó a nosotros y con una llave descomprimió las puertas que se abrieron. Y el extranjero se trenzó en una discusión.-Dónde estaba usted guarda!-Su deber es ver que todo funcione bién para los pasajeros!!-Quién me devuelve el tiempo perdido!!! A todo esto no dejaba bajar a los que estaban atrás de él, y todos mirábamos en qué terminaría todo. Es entonces que nos señaló a cada uno de nosotros, los que estábamos de pié y a los sentados y dijo: La Argentina nunca va a andar! Saben porqué? Porque todos ustedes son una ovejas!! Pongan el cuello también para que se los corten!!! Mierda! Y se fué caminando puteando lleno de bronca. Sí, somos un país de personas mansas; somos ovejas! Por eso unos cuantos lobos nos pueden. Y siempre estamos a la espera del Pastor, que nos cuíde. Hay muchos lobos disfrazados de ovejas también. El hecho es que nunca nos unimos, y que salga de uno de los nuestros un león con piel de oveja. beeeeeee